Los españoles tenían minas de oro sobre todo en la cordillera Occidental, la que mira al Pacífico. Ahí siempre ha habido mucho oro. A los esclavos negros nunca se les pagaba por su trabajo, sólo se les alimentaba para que no se murieran, y cada uno, según su fuerza y su salud, valía. Todos tenían precio. Para alimentarlos los españoles tenían grandes ganaderías y haciendas de caña para sacar panela. En la cordillera Occidental, de dónde se mira al mar, hay un pueblito que se llama Suárez, se llama así por un presidente de Colombia que vino a inaugurar el tren que iba de Cali y Buenaventura a Popayán. Es un pueblo muy rico, muy rico en oro. Los españoles explotaron sus minas y luego, cuando nos independizamos de España, los generales que hicieron la guerra se quedaron con las minas y con los esclavos que las trabajaban. Y siguieron haciendo guerras entre ellos, pero para hacerlas necesitaban oro y esclavos. Cuando alimentar a un esclavo costaba más de lo que producía y cuando sus du